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N O V E D A D E S

º¡Capítulo 26!

ºNuevo relato corto: Senderos del destino.



lunes, 12 de noviembre de 2012

Capítulo 15

Interrupción

-¿En qué piensas? –me preguntó Will, girándose hacia mí. Apoyó la cabeza su mano.
Le imité.
-En… cómo es todo esto posible.
Se encogió de hombros y se acercó más a mí. Nos mirábamos a los ojos.
-No pienses, solo… observa. A veces la magia se encuentra en no descubrir las razones de una existencia. Es mejor, simplemente, observarla. –me sonrió coquetamente, dándome a entender que él hacía lo mismo conmigo.
Sentía temblores constantemente, temblores agradables. Mariposas en el estómago. Electricidad.
Enrojecía y no podía hacer nada para evitarlo.
Y, claro estaba, todo lo causaba su presencia.
-Quizá tengas razón.
Se rió:
-Claro que la tengo.
Me reí con él.
Puede que fueran los nervios o puede que fueran las risas en sí; perdí el equilibrio y me tambaleé hacia delante. Pero Will, rápido, me sujetó con fuerza y me atrajo hacia si antes de caerme.
Sonreía.
¿Qué me estaba pasando?
Mi corazón enloquecía, palpitaba desbordado. Seguro que él también oía cómo intentaba salirse de mi pecho.
Debía estar roja como un tomate porque notaba el calor en mis mejillas, y que él no parase de mirarme a los ojos no ayudaba para nada.
Estábamos en silencio, tumbados sobre la arena. ¿Qué me estaba pasando?
Nunca me había gustado nadie, no sabía cómo era esa sensación.
Si era la que sentía en aquel momento, era la sensación más agradable que había tenido. Electricidad.
¡Pero si apenas le conocía! ¡No podía gustarme!
No…
Bajé la mirada y me fijé en sus labios. Aunque apenas le conocía, deseaba besarle.
Estábamos tan cerca que tenía que forzar la mirada para fijarme en su boca.
La tenía perfecta, fina y carnosa. Su aliento era dulce como su aroma.
¿Serían sus labios dulces también?
Quería saberlo, deseaba saberlo. No, no quería ni deseaba saberlo. Apenas le conocía.
Volví a mirarle a los ojos, azules como el mar.
-Will…-susurré.
-¿Qué ocurre?
-¿Cómo es todo esto posible? –volví a repetir.
-Yo tampoco lo sé. –susurró él.
Mi corazón aceleró. Su voz era tan especial…
Me acarició suavemente la mejilla, deslizando su mano hasta pararse en mi cuello.
Ya no podía mirarle a los ojos. Fuimos acercándonos el uno al otro…

-¡Will!


                            

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