Lucha
interna
No
nos dijimos nada más durante el resto del camino; ella, porque no quería volver
a revivir, y yo, porque estaba demasiado paralizada para hablar. Toda ciudad
tiene su historia. Incluso donde yo vivía, un pueblo tan pequeño que ni
siquiera aparece en algunos mapas, tenía su historia. Así que yo ya me suponía
que una ciudad tan extraordinaria como Crystalraise tendría alguna, pero me
pilló por sorpresa que se tratara de un pasado tan aterrador. ¿Había más
secretos que acechaban Crystalraise? ¿Secretos que, aunque parecen pasar desapercibidos, siguen
estando ahí? No estaba segura de querer saberlo.
Avanzábamos
rápido por entre las calles, dirigiéndonos al centro de la ciudad.
Las
casas eran igual de bonitas que sus propietarios, cada una con un toque que la
diferenciaba de las demás. Una tenía el tejado azul liso y otra lo sustituía
con una pequeña terraza; aquella tenía la puerta rectangular, mientras la de al
lado la tenía ovalada. Incluso se diferenciaban en los pequeños tiestos que
tenían en el balcón, en algunos vi flores –aunque no supe denominarlas- pero vi
otras plantas -si es que se trataban de plantas-, que no había visto nunca.
Supongo que no era de extrañar.
Seguimos
avanzando hasta que llegamos a una pequeña plaza cuadrada, aunque no diminuta,
donde un grupo de unas cuatro personas nos estaban esperando. Algunos parecían
algo molestos por el retraso, pero la mayoría al verme sonrió ampliamente.
Entonces,
me acechó el pánico. Siempre me había faltado la diplomacia, y nunca se me había dado bien entablar relaciones con
personas desconocidas. Digamos que solo me relacionaba con personas de
confianza, que estaba incómoda a veces cuando tenía que saludar a alguien por
la calle, o cuando íbamos a cenar a casa de los amigos de mis padres. No era mi
fuerte. Empecé a cuestionarme qué pasaría si algo fuera mal. “¿Y si no les
gusto? ¿Y si hago el ridículo? ¿Y si todos empiezan a odiarme?” No paraba de
imaginarme posibles situaciones en las que quedaba mal, marginada, o
ridiculizada. Tenía miedo de no caerles bien. ¿Por qué sería? Nunca me ha
importado realmente lo que piensen los demás de mí, pero esta vez era
diferente. Me di cuenta de que sí me importa lo que pensaran ellos de mí. ¿Por
qué?, no lo sabía. En esos instantes lo único que podía hacer es basarme en los
hechos, nada de reflexionar.
Retrocedí
un momento y visualicé a Emily dándome la mano. Parecía que me había ganado su
simpatía por cómo soy, no porque se viera obligada a hablar conmigo. ¿Y si
todos los habitantes de Crystalraise
fueran tan sociables como ella? Había sido
realmente fácil hablar con ella, incluso ya la consideraba una amiga. Aunque,
después de todo, no pasaría aquí el resto de mi vida, así que puede que no
importara si no conseguía hacerme amiga de sus amigos. Le quité importancia a
mis miedos y me acerqué a ellos.
Noté la mirada de Emily encima de mí.
-¿Estás
preparada? –me preguntó con
una sonrisa pícara. Se la devolví.
-Supongo
que sí.
Suspiré.
“Vamos allá”, me dije.
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