Choopers
Estuvimos en silencio durante un rato.
Kail fue el primero en romperlo:
-Entonces… ¿hacemos tour por Crystalraise?
En el rostro de Ivy se dibujó la
confusión, sorpresa y rabia.
-¿No íbamos a ir a la playa? –preguntó,
indignada.
Esta vez habló Claire.
-Pero podemos posponerlo. No todos los
días vemos caras nuevas.
Ivy me miró de tal manera que me hizo
saber que a ella no le gustaban las caras nuevas. Estaba claro que yo no le
caía nada bien.
-Entonces, yo no voy. Tengo mejores
cosas que hacer.
-Venga Ivy…-intervino Kail, cogiéndola
por el brazo- no es para tanto.
-Puede que a vosotros os haya
encandilado, pero a mí no se me gana tan fácilmente.
Dicho esto, se separó de Kail y se
marchó con paso decidido por donde Emily y yo habíamos llegado a la plaza. Kail
suspiró exasperadamente.
-No te preocupes –me susurró Will-
acabará cediendo. No está acostumbrada a las novedades. Le entra pánico al
mínimo cambio.
-¿Por qué? –pregunté, susurrando
también.
Se encogió de hombros.
- Tal vez se deba a un trauma o a algo
parecido que la obliga a ponerse esa absurda máscara de chica dura. O eso, o
está como una cabra –dijo, riendo.
Reí yo también. Él, al ver mi reacción,
me guiñó un ojo.
No sabía qué tenía en especial, pero a
su lado me sentía más segura. Puede que fuera su altura, pero había algo más,
algo en él que me hacía palpitar el corazón con fuerza.
Emily vino emocionada a cogerme la
mano.
-Entonces, ¡ya está decidido! Seremos
tus guías. ¡Qué emoción, nos vamos de excursión!
Su rima boba me hizo reír. Su
entusiasmo era contagioso.
Crystalraise era impresionante. Era
como si en ese día no hubiera visto nada.
Me llevaron por el mercado y me
enseñaron curiosidades de su cultura.
Aprendí mucho sobre los manjares y
objetos que antes no había podido reconocer y descubrí otros nuevos, todos
desconocidos para mí.
Las chorlates
eran exquisitas. Una mezcla de moras, chocolate y fresas en forma de magdalena
(al menos así las vi yo).
Probé unas bebidas relajantes excelentes
llamadas teasties. Humeaban y sabían
a menta y naranja.
Luego descubrí los buttairs, nos instrumentos musicales de voz excepcionalmente dulce.
Se parecían a las flautas dulces, pero eran menos anchas y más alargadas. No
supe identificar de qué estaban hechas.
Pero, ciertamente, lo que más me
fascinó fueron los cattyflies. Unos
animalitos adorables. Eran gatitos que tenían el tamaño de hámsters, ¡y tenían
alas! Cada uno diferentes.
Algunos las tenían parecidas a las de
un dragón, mientras que otros las tenían como las de un flamenco albino.
En ese momento estaba acariciando a uno
precioso. Era de pelo negro, exceptuando unas cuentas manchas blancas: una al
final de tres de sus patitas, una al final de la cola y otra muy pequeña en la
oreja. Me miraba encandilado con unos ojos azul oscuro bellísimos. Por lo visto, a él también le gustaba.
¡Y luego estaban sus hermosas alas!
Eran como las de una mariposa, pero
acabadas en punta. Eran de un color rosa y morado.
Estaba tan absorta que no me di cuenta
que Will estaba a mi lado.
Me giré y vi a los demás en la puesto
de al lado leyendo algo que, por la expresión de sus caras, parecía
interesante.
-¿Te gustan? –dijo Will, sonriendo.
-Es precioso –respondí sonriendo al cattyflie que acariciaba.
-Preciosa –intervino el mercader-, es
una chica. ¿La quieres?
-Pero... ¡no traigo dinero!
-No hace falta, te la regalo –dijo,
sonriendo.
-¿Qué? No, de eso nada. Debo pagarla…
-No hace falta -su sonrisa era sincera-
… Jessica, ¿verdad?
-Sí, ¿cómo lo sabe?
Se echó a reír.
-¡Cómo si alguien aquí no supiese tu
nombre! Quédate a la cattyflie, así
te acordarás de mí.
Le devolví la sonrisa.
-¡Muchas gracias! –dije, mientras
acariciaba a mi nueva amiga.
El amable mercader sonrió de nuevo y se
marchó a atender a otro cliente.
-¿Cómo la llamarás? –preguntó Will a mi
lado.
-Mmmmm...- pensé – ¡Crystal! –me miró
divertido- ¿porque es de Crystalraise, no?
Giró los ojos en blanco.
- ¡Pues claro! -le reí la broma- A mí
me gusta más Butterfly porque tiene las alas de una mariposa.
Lo pensé un segundo. La verdad era que
se adecuaba bastante.
-Sí, me gusta Butterfly –sonreí
satisfecha.
Butterfly me lamió la mano.
-Y a ella al parecer también le gusta
–dijo Will.
De repente, me vino a la cabeza:
-¿Aquí utilizáis dólares?
Parecía desconcertado.
-¿”Dólares”? ¿Qué son “dólares”?
-Allí arriba los utilizamos para
comprar. ¿Aquí cuál es la moneda?
-¡Ah! Las llamamos choopers. Hay de diferentes tamaños, según su valor. Las más
pequeñas son de 1 chooper y las más
grandes de 50 choopers –buscó algo en
su bolsillo y me lo dio. Era una moneda de 30 choopers- ¿ves? Todas son de oro.
La observé detenidamente unos segundos.
Era redonda y grande como una medalla. A pesar de su tamaño, era muy ligera y
no parecía de oro.
Se la devolví.
-¿Cómo son los dólares? –preguntó, con
curiosidad.
-Son de papel y rectangulares…
sinceramente, me gustan más vuestras monedas –hice una pequeña pausa- de hecho,
todo esto me gusta más que lo de ahí arriba.
Sonrió irónicamente.
-¿De veras? Pues yo pienso que todo lo
tuyo es fascinante.
Me sonrojé, me acarició la mejilla
sonrojada, lo que provocó que me pusiera como un tomate. ¿Qué me estaba
pasando?
-¿Hacemos un trato? Mañana quedamos en
la playa. Tú me explicas cosas sobre ti y yo sobre Crystalraise.
Tendió la mano para cerrar el trato.
No me hizo falta pensar.
-De acuerdo –acepté, encajando mi mano
con la suya- ¿dónde está la playa?
-Ya vendré yo a recogerte. Mañana a las
diez.
-¿… cómo calculáis la hora?
Sonrió enigmáticamente.
-Mañana lo sabrás.
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