Interrupción
-¿En qué piensas? –me preguntó Will,
girándose hacia mí. Apoyó la cabeza su mano.
Le imité.
-En… cómo es todo esto posible.
Se encogió de hombros y se acercó más a
mí. Nos mirábamos a los ojos.
-No pienses, solo… observa. A veces la
magia se encuentra en no descubrir las razones de una existencia. Es mejor,
simplemente, observarla. –me sonrió coquetamente, dándome a entender que él
hacía lo mismo conmigo.
Sentía temblores constantemente, temblores
agradables. Mariposas en el estómago. Electricidad.
Enrojecía y no podía hacer nada para
evitarlo.
Y, claro estaba, todo lo causaba su
presencia.
-Quizá tengas razón.
Se rió:
-Claro que la tengo.
Me reí con él.
Puede que fueran los nervios o puede
que fueran las risas en sí; perdí el equilibrio y me tambaleé hacia delante.
Pero Will, rápido, me sujetó con fuerza y me atrajo hacia si antes de caerme.
Sonreía.
¿Qué me estaba pasando?
Mi corazón enloquecía, palpitaba
desbordado. Seguro que él también oía cómo intentaba salirse de mi pecho.
Debía estar roja como un tomate porque
notaba el calor en mis mejillas, y que él no parase de mirarme a los ojos no
ayudaba para nada.
Estábamos en silencio, tumbados sobre
la arena. ¿Qué me estaba pasando?
Nunca me había gustado nadie, no sabía
cómo era esa sensación.
Si era la que sentía en aquel momento,
era la sensación más agradable que había tenido. Electricidad.
¡Pero si apenas le conocía! ¡No podía
gustarme!
No…
Bajé la mirada y me fijé en sus labios.
Aunque apenas le conocía, deseaba besarle.
Estábamos tan cerca que tenía que
forzar la mirada para fijarme en su boca.
La tenía perfecta, fina y carnosa. Su
aliento era dulce como su aroma.
¿Serían sus labios dulces también?
Quería saberlo, deseaba saberlo. No, no
quería ni deseaba saberlo. Apenas le conocía.
Volví a mirarle a los ojos, azules como
el mar.
-Will…-susurré.
-¿Qué ocurre?
-¿Cómo es todo esto posible? –volví a
repetir.
-Yo tampoco lo sé. –susurró él.
Mi corazón aceleró. Su voz era tan
especial…
Me acarició suavemente la mejilla,
deslizando su mano hasta pararse en mi cuello.
Ya no podía mirarle a los ojos. Fuimos
acercándonos el uno al otro…
-¡Will!
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