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N O V E D A D E S

º¡Capítulo 26!

ºNuevo relato corto: Senderos del destino.



lunes, 12 de noviembre de 2012

Capítulo 11


Hipnotizada

De camino al hospital, donde me alojaba, pensé en todo lo que había aprendido de Crystalraise ese día.
>>Había una bruja, llena de maldad, que arrasó Crystalraise, matando a muchas personas –incluidos los padres de Emily-, pero una anciana derrotó su oscuro ejército con una luz que surgió de su interior.
>>Los mayores del Consejo decían que la anciana se estaba debilitando cada vez más y con ella su sol, que los mantenía a salvo fuera del alcance de los Negros.
>> Mientras, la bruja, ansiosa de recuperar el poder, esperaba impacientemente la hora de volver a arrasar Crystalraise. Y la próxima vez sería indestructible.
Sentí escalofríos recorriéndome el cuerpo: ¿y si la bruja volvía estando yo ahí?
De repente, dos ojos amarillentos interrumpieron mis pensamientos. Brillaban con intensidad a mi derecha. Butterfly se acurrucó entre mis brazos y se removió inquieta y asustada, pidiéndome con la mirada que marchásemos.
Sin embargo, yo avancé para descubrir qué o quién era.
Entré lentamente en un callejón oscuro, solitario y sin salida, pero sin detenerme. La curiosidad que sentía pudo más que el miedo.
Los ojos seguían mirándome, imperturbables, sin pestañear, de forma que no podía apartar la mirada, aunque quisiera. Hipnotizándome.
Era una mirada penetrante, escalofriante, que me atraía. Me estaba arrastrando. Quería detenerme y salir de aquél callejón sin salida, pero no podía. Tal vez los ojos me atraían, pero mi curiosidad se dejaba atraer.
Me iba acercando más... y más, inevitablemente. Más, más…
Un escaso metro nos separaba. Y entonces pude divisar su diabólica figura, negra y difuminada, apenas visible. No se parecía a nada que yo hubiera visto antes. Pero, estando tan lejos de casa, vete tú a saber qué más me podía encontrar aquí.
Yo estaba inquieta y Butterfly aterrorizada y escondida entre mis brazos. Empezó a chillar.
La adrenalina se me disparó por las venas. Quise con todas mis fuerzas chillar como Butterfly y echar a correr. Pero me quedé inmóvil. No podía.
En todo ese tiempo no había apartado la mirada de sus ojos amarillentos. No podía.

De pronto, apareció otro yo dentro de mí que empezó a dictarme lo que tenía que hacer. Me decía que, a pesar de los aires infernales que emanaba la criatura, tenía que acercarme aún más y tocarla. Pero el yo que yo conocía, más temeroso y prudente tenía otra opinión:


“No lo hagas”, me decía, “¿a caso quieres morir?”. “¿Cómo voy a morir por tocar”? –contrarrestó el yo oscuro. A pesar de que mi yo conocido tenía razón y estaba en lo cierto… no pude escucharlo. Obediente alcé una mano y la acerqué a la criatura, ansiosa por el contacto. Parecía la Bella Durmiente antes de pincharse con la aguja. Ahora sabía lo que ella sintió. ¿Irónico verdad? Sin embargo, esta vez era diferente. Yo sabía que en cuanto tocara al ser vestido de negro algo horrible me sucedería, la princesa del cuento no. Sin embargo, estaba obligada a hacer lo que me dictaba el yo oscuro -así lo llamé porque se oponía a mi yo conocido, y, aunque no formaba parte de mi consciencia, estaba ligado a mí.
¿Picaría como un erizo? ¿Sería suave y dulce como Butterfly? ¿O frío como el hielo? Quería saberlo...
¿Rugoso como el tronco de un árbol? ¿Caliente como un relajante baño?
Mi mano se estaba acercando...
¿Cómo la espuma? ¿Cómo el raso?
Más y más…
¿Cómo las escamas?
Nunca llegué a saberlo. Afortunadamente. Muy afortunadamente.
-¿Jessica? ¡Jessica!
Salté asustada. Corrí hasta la entrada del callejón como si mi vida dependiera de ello.
Era Max quién me había llamado.
Repentinamente, desperté de la pesadilla y el yo oscuro desapareció. No había sido una pesadilla, de eso estaba segura, había sucedido todo realmente. Pero cuando me giré para comprobarlo, aquél ser tenebroso había desaparecido. Max no.
Suspiré aliviada.
-¿Qué estabas mirando? –preguntó preocupado.
Pensé detenidamente qué tenía que responder para evitar que creyera que me había vuelto loca.
-Nada… me pareció haber visto un gato.
De pronto, recordé una escena con mi abuela. Estábamos mirando una película, cuyo villano tenía un gato de mascota. Un gato negro. Entonces mi abuela dijo: “En las películas, los gatos suelen ser el símbolo del mal. ¿A que no lo sabías?”.
Aquella criatura, sin duda alguna, no era humana y, sin duda alguna, era diabólica.
Qué curioso que la relacionase con un gato.
Max parecía desconcertado.
-¿Un “gato”? ¿Qué es un “gato”?
-¿Cómo es posible que no sepáis que son los gatos ni los dólares, pero tengáis los… teasties, los buttairs... y más cosas extrañas?
-¡Extrañas serán para ti! –dijo, riéndose a carcajadas.
-Un gato es un animal de compañía que existe allí arriba. Se parecen a estos –le enseñé a Butterfly, quién parecía haber desarrollado inmediatamente un gran afecto por Max, ya que le lamió la mano. Supongo que se debía a que la había salvado de una muerte segura. –pero son más grandes y… no tienen alas, evidentemente.
-Interesante… -si un gato le parecía interesante, tenía cierta curiosidad para saber qué era aburrido para él. - ¿Te has comprado un cattyflie? No sé por qué, pero sabía que te encantarían.
Me encogí de hombros.
-En realidad no lo he comprado, no podía, aunque quería. No tengo choopers. Sin embargo, el mercader me lo ha regalado. –sonreí satisfecha. A estas alturas el mercader me caía muy bien. De no ser por la compañía de Butterfly, estaría muerta de miedo.
-¡No me extraña! –Rió a carcajadas de nuevo- El mercader… un buen hombre.
-Sin duda me lo ha parecido.
-¿Y qué nombre tiene?
-Butterfly –respondí, acariciándole la cabeza.
-Apropiado –me guiñó un ojo- ¿Sabías que los cattyflies sólo pueden tener un dueño? Cuando se muere o los abandona ellos también mueren. Estará ligada a ti de por vida, a no ser que la cedas a alguien. Pero eso no es lo habitual. Los cattyflies son muy raros y todo el mundo los quiere consigo.
-No lo sabía.
-Me lo suponía –sonrió afablemente.- Te estaba buscando. ¡Tenemos buenas noticias!
-¿Sí? ¿Cuáles?
Esperó a responderme para impacientarme más. Sonreí para que me respondiera.
-¿Cuáles?
Alzó las cejas. Yo giré los ojos en blanco y él, se echó reír.

-¡Tu tripulación se ha despertado!

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