Hipnotizada
De camino al hospital, donde me
alojaba, pensé en todo lo que había aprendido de Crystalraise ese día.
>>Había una bruja, llena de
maldad, que arrasó Crystalraise, matando a muchas personas –incluidos los
padres de Emily-, pero una anciana derrotó su oscuro ejército con una luz que
surgió de su interior.
>>Los mayores del Consejo decían
que la anciana se estaba debilitando cada vez más y con ella su sol, que los
mantenía a salvo fuera del alcance de los Negros.
>> Mientras, la bruja, ansiosa de
recuperar el poder, esperaba impacientemente la hora de volver a arrasar
Crystalraise. Y la próxima vez sería indestructible.
Sentí escalofríos recorriéndome el
cuerpo: ¿y si la bruja volvía estando yo ahí?
De repente, dos ojos amarillentos
interrumpieron mis pensamientos. Brillaban con intensidad a mi derecha.
Butterfly se acurrucó entre mis brazos y se removió inquieta y asustada,
pidiéndome con la mirada que marchásemos.
Sin embargo, yo avancé para descubrir
qué o quién era.
Entré lentamente en un callejón oscuro,
solitario y sin salida, pero sin detenerme. La curiosidad que sentía pudo más
que el miedo.
Los ojos seguían mirándome,
imperturbables, sin pestañear, de forma que no podía apartar la mirada, aunque
quisiera. Hipnotizándome.
Era una mirada penetrante,
escalofriante, que me atraía. Me estaba arrastrando. Quería detenerme y salir
de aquél callejón sin salida, pero no podía. Tal vez los ojos me atraían, pero
mi curiosidad se dejaba atraer.
Me iba acercando más... y más,
inevitablemente. Más, más…
Un escaso metro nos separaba. Y
entonces pude divisar su diabólica figura, negra y difuminada, apenas visible.
No se parecía a nada que yo hubiera visto antes. Pero,
estando tan lejos de casa, vete tú a saber qué más me podía encontrar aquí.
Yo estaba inquieta y Butterfly
aterrorizada y escondida entre mis brazos. Empezó a chillar.
La adrenalina se me disparó por las
venas. Quise con todas mis fuerzas chillar como Butterfly y echar a correr.
Pero me quedé inmóvil. No podía.
En todo ese tiempo no había apartado la
mirada de sus ojos amarillentos. No podía.
De pronto, apareció otro yo dentro de
mí que empezó a dictarme lo que tenía que hacer. Me decía que, a pesar de los
aires infernales que emanaba la criatura, tenía que acercarme aún más y tocarla.
Pero el yo que yo conocía, más temeroso y prudente tenía otra opinión:
“No lo hagas”, me decía, “¿a caso
quieres morir?”. “¿Cómo voy a morir por tocar”? –contrarrestó el yo oscuro. A
pesar de que mi yo conocido tenía razón y estaba en lo cierto… no pude
escucharlo. Obediente alcé una mano y la acerqué a la criatura, ansiosa por el
contacto. Parecía la Bella Durmiente antes de pincharse con la aguja. Ahora
sabía lo que ella sintió. ¿Irónico verdad? Sin embargo, esta vez era diferente.
Yo sabía que en cuanto tocara al ser vestido de negro algo horrible me
sucedería, la princesa del cuento no. Sin embargo, estaba obligada a hacer lo
que me dictaba el yo oscuro -así lo llamé porque se oponía a mi yo conocido, y,
aunque no formaba parte de mi consciencia, estaba ligado a mí.
¿Picaría como un erizo? ¿Sería suave y
dulce como Butterfly? ¿O frío como el hielo? Quería saberlo...
¿Rugoso como el tronco de un árbol?
¿Caliente como un relajante baño?
Mi mano se estaba acercando...
¿Cómo la espuma? ¿Cómo el raso?
Más y más…
¿Cómo las escamas?
Nunca llegué a saberlo.
Afortunadamente. Muy afortunadamente.
-¿Jessica? ¡Jessica!
Salté asustada. Corrí hasta la entrada
del callejón como si mi vida dependiera de ello.
Era Max quién me había llamado.
Repentinamente, desperté de la
pesadilla y el yo oscuro desapareció. No había sido una pesadilla, de eso
estaba segura, había sucedido todo realmente. Pero cuando me giré para
comprobarlo, aquél ser tenebroso había desaparecido. Max no.
Suspiré aliviada.
-¿Qué estabas mirando? –preguntó
preocupado.
Pensé detenidamente qué tenía que
responder para evitar que creyera que me había vuelto loca.
-Nada… me pareció haber visto un gato.
De pronto, recordé una escena con mi
abuela. Estábamos mirando una película, cuyo villano tenía un gato de mascota.
Un gato negro. Entonces mi abuela dijo: “En las películas, los gatos suelen ser
el símbolo del mal. ¿A que no lo sabías?”.
Aquella criatura, sin duda alguna, no
era humana y, sin duda alguna, era diabólica.
Qué curioso que la relacionase con un
gato.
Max parecía desconcertado.
-¿Un “gato”? ¿Qué es un “gato”?
-¿Cómo es posible que no sepáis que son
los gatos ni los dólares, pero tengáis los… teasties,
los buttairs... y más cosas extrañas?
-¡Extrañas serán para ti! –dijo,
riéndose a carcajadas.
-Un gato es un animal de compañía que
existe allí arriba. Se parecen a estos –le enseñé a Butterfly, quién parecía
haber desarrollado inmediatamente un gran afecto por Max, ya que le lamió la
mano. Supongo que se debía a que la había salvado de una muerte segura. –pero
son más grandes y… no tienen alas, evidentemente.
-Interesante… -si un gato le parecía
interesante, tenía cierta curiosidad para saber qué era aburrido para él. - ¿Te
has comprado un cattyflie? No sé por
qué, pero sabía que te encantarían.
Me encogí de hombros.
-En realidad no lo he comprado, no
podía, aunque quería. No tengo choopers.
Sin embargo, el mercader me lo ha regalado. –sonreí satisfecha. A estas alturas
el mercader me caía muy bien. De no ser por la compañía de Butterfly, estaría
muerta de miedo.
-¡No me extraña! –Rió a carcajadas de
nuevo- El mercader… un buen hombre.
-Sin duda me lo ha parecido.
-¿Y qué nombre tiene?
-Butterfly –respondí, acariciándole la
cabeza.
-Apropiado –me guiñó un ojo- ¿Sabías
que los cattyflies sólo pueden tener
un dueño? Cuando se muere o los abandona ellos también mueren. Estará ligada a
ti de por vida, a no ser que la cedas a alguien. Pero eso no es lo habitual.
Los cattyflies son muy raros y todo
el mundo los quiere consigo.
-No lo sabía.
-Me lo suponía –sonrió afablemente.- Te
estaba buscando. ¡Tenemos buenas noticias!
-¿Sí? ¿Cuáles?
Esperó a responderme para impacientarme
más. Sonreí para que me respondiera.
-¿Cuáles?
Alzó las cejas. Yo giré los ojos en
blanco y él, se echó reír.
-¡Tu tripulación se ha despertado!
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