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N O V E D A D E S

º¡Capítulo 26!

ºNuevo relato corto: Senderos del destino.



El Desierto

Cerró la tapa con fúria. No le podía estar pasando eso.
Solo, en medio del desierto abrasador, con un coche viejo. No llegaría a tiempo, de eso estaba completamente seguro, pero ¿acaso moriría allí? Qué muerte tan estúpida. No quería pensarlo.
Furioso, le dio una fuerte patada a la chatarra que lo había dejado colgado.
De repente, todo cambió. Empezó a bufar un viento fuerte, que le hizo volar por los aires. James se agarró a su única esperanza, la chatarra a la que había golpeado, pero fue en vano. El viento se lo llevó. Cerró los ojos para no ver más.

Cuando despertó, ¡estaba nevando! ¡Estaba nevando!
¿Dónde estaba? Un desierto, sí, pero no un desierto abrasador, un desierto helado. Incluso parecía el mismo desierto en el que su coche murió.
-No debiste hacer eso -oyó James. No veía a nadie. Intentó ver con claridad quién era que había hablado, pero la tormenta de nieve solo le permitía ver una silueta difuminada.
-¿Quién eres? -preguntó, autoritariamente.
-¿No lo sabes? -preguntó el extraño. Tenía la voz oxidada -he sido tu compañero muchos largos años, pero claro, como yo soy “chatarra”, no sientes nada por mí.
El extraño se acercó. James se frotó los ojos, y vio quién era. ¡Estaba soñando, sin duda alguna!
-Te he sido fiel todos estos años -prosiguió el coche- pero ha llegado mi hora. Estoy viejo y débil. Todos estos años de servicio, ¿y así me lo pagas? ¿Azotándome? Es hora de que tú me sirvas a mí, amigo.
Dicho esto, se alzó la magia. James sintió cómo su cuerpo se desfiguraba, sintió que se hacía más bajo... y nada más, porque perdió la consciencia.
Cuando abrió los ojos, estaba en el mismo desierto abrasador. "Todo lo he soñado" -se dijo- "hace mucho calor".
Pero no había percatado en que ahora tenía cuatro ruedas.


Martina Llop Salas
Artà
05/09/2012



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